El crimen empaña los 124 años de Monsefú


Por : Luis Castro Gavelán 
Andar por las calles de Monsefú ahora representa un peligro. Ese sosiego y facilidades que te otorgaba mi pueblerina “ciudad de la flores” ya han desaparecido. “Abre los ojos”, “Ten cuidado”, son algunas de las frases que suelen decirnos nuestros parientes cuando saben que estamos próximos a salir a las inseguras arterias. Otras abnegadas madres, un poco más preocupadas nos echan la bendición y exteriorizan…¡Quė Dios te bendiga!.
Es que los nuestros ya columbran alguna vicisitud porque nadie…así como lo leen, nadie está exento de ser víctima de alguna maldad, de algún acto criminal en las inseguras calles de mi otrora apacible ciudad.
A Rosita Yeckle, una dama de monsefuana, casi la despojan a las seis de la tarde de su celular cuando transitaba hacia su casa. Pretendió pedir ayuda, gritó hasta la saciedad, pero nadie la auxilió, intentó comunicarse con su esposo para que venga en su amparo pero una trifulca gigantesca la hizo desistir. “Era un enfrentamiento con piedras, palos, botellas y cuanta arma contundente se arrojaban vándalos ensangrentados y borrachos. Si mi esposo hubiera pasado por ese lugar para venir a salvarme, habría de seguro recibido algún impacto dañino”, por eso preferí que no venga y sola me las arreglė”, dijo esta mujer totalmente traumada. 
La ola de robos, de ataques sorpresivos con cuchillos y armas de fuego ocurren por doquier. A toda hora. Josė Elías, el conocido “Pepe” Elías fue asaltado en su casa y los malhechores se llevaron enseres por más de 25 mil soles. El equipo de cómputo- 54 laptop- del colegio “Jorge Pisfil” de Callanca, donado por un benefactor, terminó en manos criminales que redujeron y maniataron al vigilante; y ahora los estudiantes no tienen sus herramientas modernas para estudiar. Cuatro asaltantes premunidos de pistolas robaron en el grifo de Monsefú a las ocho de la noche golpeando a la administradora Rosa Llontop. Dos delincuentes encañonaron a Anthony Cornejo entre Sucre y Diego Ferrė, lo golpearon y quitaron su celular. Dos desalmados ingresaron en horas de la mañana a la tienda de la anciana Antonia Gonzales Chavesta de 70 años, la secuestraron, ataron de pies y manos, y despojaron de dinero en efectivo y otras pertenencias por un valor de veinte mil soles. 
Puedo seguir con una innumerable cantidad de latrocinios sucedidos en Monsefú y me pregunto. ¿Hay autoridades?. ¿Existe un plan de seguridad ciudadana?. Es consciente de esta situación la señora Rita Ayasta?. ¿Todavía hay una comisaría en Monsefú?. 
Incluso se habla que ahora hay puntos de venta de drogas, que el clima de desconfianza es tal que muchos monsefuanos han optado por irse a otros lugares, no por necesidades de trabajo, sino como consecuencia de ese ambiente carroñero, por esa desesperanza y desánimo.
Amigos periodistas en Lima me han dado nefastos datos estadísticos. Monsefú figura dentro del mapa rojo de la criminalidad. En apenas un año y medio los índices han superado el 327 por ciento. Así como lo leen, trescientas veces más .
Las denuncias están hechas y con mucha antelación, pero pareciera que algunos se benefician con este ambiente hostil en la población. Por eso me pregunto, vale la pena celebrar los 124 años de Monsefú con festejos, actividades de entretenimiento y sin priorizar una urgente atención a un hecho crudo y real que nos quema las entrañas?
La violencia acrecienta y es menester tomar el “toro por las astas”. Mi llamado es a unirnos, a tomar activa participación. Si nuestras autoridades quieren revertir esta nefasta gestión que vienen cumplimiento, bienvenidas, todavía están a tiempo para cambiar la historia de sus desventuradas vidas. Mi pedido es a los empresarios de restaurantes, a la asociación de artesanos, a los propietarios musicales de “Grupo 5” y "Hermanos Yaipén”. Ellos pueden dar un soporte económico en la medida de sus posibilidades para vigorizar a los “ronderos” o dar nacimiento a una “policía privada” para cuidar la ciudad. Nuestras alicaída Policía Nacional debe saber que nosotros sí tenemos cojones para combatir el crimen. 
La población en general debe compeler con civismo. Así como antes hacía labores de voluntariado a través de las fabulosas “mingas”, ahora debe salir con pitos, buenas varas de membrillo y mucho coraje para arremeter contra esos pérfidos que vienen de conocidos villorrios de Chiclayo para delinquir. 
La seguridad ciudadana nos compete a todos, es una álgida tarea que no puede ser postergada, a todos nos atañe escarmentar a esos criminales, hacerlos sentir que somos hijos de Diego Ferré, que nadie nos regala nada y que lo poco que tenemos lo hemos conseguido con sacrificio, lágrimas y sudor.
Mi llamado es también para el Centro Social Monsefú, de los residentes en Lima. Vayan, visiten y confirmen que mi denuncia es veraz. Mi solicitud alcanza a las personas que como comunicadores sociales en Monsefú corroboran cada día esta ola de hurtos y pillajes, a ellos los insto a unirse, a convertirse en protagonistas, en intérpretes de una población que clama por justicia y paz, pero que carece de portavoces. 
Por mi parte, estoy listo para unirme a los legionarios que desean erradicar la delincuencia. Vamos a poner unas cuantas cámaras de vigilancia en sitios estratégicos y descubrir a los malhechores e incluso policías corruptos. Tenemos que sacudirnos de este flagelo.
Los dejo con una frase de Bern Williams: “Nunca una noche ha vencido al amanecer, y nunca un problema ha vencido a la esperanza”.